He tenido siempre la tendencia a utilizar la expresión “me sirve” o “no me sirve”, en ocasiones se ajusta perfectamente, compré un pantalón talla 8 y por supuesto “no me sirve” o cambié el jabón de lavar los platos y es excelente “me sirve”.
Si, es posible que la expresión no se ajuste a algunas cosas, en una oportunidad la utilicé para terminar una relación y la otra persona se sintió muy ofendida, respondió, “yo no soy una camisa que se ajusta o no a lo que a ti te sirve”, no era mi intención ofender, pero realmente pienso que cuando compartes una relación, ambos deben estar al servicio de la relación y por tanto puede servirnos o no, puede incluso ajustarse para que sirva a ambos o no.
Cuando una relación es tóxica, “no te sirve”, cuando recibes algo que no es lo que necesitas o no te aporta nada, pues “no te sirve” cuando se nos pide ayudar a los damnificados que se les derrumbó su casa y perdieron todo, hay quienes salen a limpiar el closet y mandan todo lo que no les sirve porque ya no lo usan, los tacones pasados de moda o la camisa que está fuera de temporada, mandan enlatados pero no un abrelatas, posiblemente no se detienen a pensar si esas personas que van a recibir tu envío, necesitan en este momento esos tacones o esa camisa, o porque lo perdieron todo les sirve que les mandes cualquier cosa, latas, aunque no tienen tampoco como abrirlas.
Hoy traigo estos ejemplos, porque quiero compartirles con un tecito de anís estrellado para el alma, la importancia de servir, compartirles el revisar qué es servicio cuando el alma refleja necesidades específicas. En todas nuestras relaciones, empezando por la relación con nosotros mismos, estar al servicio del alma es una gran bendición, igualmente en nuestras relaciones de todo tipo con los demás servir es doblemente bendición, nutres tu ser por el simple hecho de dar y recibir la retribución de ser útil con tu aporte al alma de quien recibe y se multiplica en beneficio para ti.
Lo que corresponde revisar es que en este proceso lo más importante va a ser el reconocer y comprender que pide el alma, nada hacemos queriendo llenar el alma de cosas que no necesita, sea comprando compulsivamente -que es muy común-, yendo a lugares a pasar simplemente el tiempo o buscando solo tener compañía, abriendo la nevera y comiendo lo que encuentras o llamando a una amiga para compartir el último chisme de la farándula.
La invitación es a servirte a ti mismo como a un Rey, a ser tu propio anfitrión y huésped de honor, para ello debes detenerte a escuchar que es lo que siente y grita tu alma, qué realmente necesitas, es posible que necesites cambiar algún hábito, es posible que necesites hablar y ser escuchado con verdadera empatía, es posible que necesite tu alma un poco de paciencia con tu propio ritmo y un poco más de amor propio para desde la paz avanzar y conquistar sus propios deseos, pero mientras no revises que es lo que tu alma necesita, estarás llenándote de cosas que no le sirven a tu propio ser y seguirás -sin darte cuenta- atrapado en lo que te parece un estancamiento y llegas hasta justificarte porque no sabes cómo es que pasa el tiempo, no has hecho nada o tienes tantas cosas y no lo que realmente quieres, piénsalo con detalle y date cuenta de que “no te sirve”.
Igual ocurre cuando en el compartir con otros, sentimos que estamos dando todo y de igual manera las cosas parecen no funcionar, puede que tengas razón, estas dando todo, pero no estás dando lo que el otro necesita, por tanto “no le sirves”. Si eres el líder de un equipo de trabajo y “no le sirves”, no van a dar los resultados que se esperan, llegas el lunes a la reunión, dices lo que deben hacer, coordinas un par de reuniones, mandas a dos o tres a un curso de actualización, revisas los números de despacho vs los de las ventas de la siguiente proyección y los convocas para revisar nuevamente resultados el viernes; ups, posiblemente diste lo mejor de ti, pero se te olvido revisar que necesitan, porque un equipo de trabajo -aunque no lo creas- tiene un alma que late y siente, por eso un líder de equipo o el conductor de un hogar -papá/mamá- necesita estar al servicio y detenerse en lo que de sí se necesita o no va a servir.
En la pareja los dos están al servicio comprometidos en dar desde y para el alma lo que se necesita para funcionar, para complementarse siendo cada uno en sí independiente y a la vez aportando lo que realmente a la relación le sirve, o no le va a servir a alguno de los dos. Nada haces amando al otro con todo tu ser si su alma pide un poco de espacio personal para ser creativo o si su alma pide más tiempo por compartir del que estás dispuesto a dar aunque le ames con locura, en esta comprensión de estar al servicio, es donde ciertamente se requiere amor, pero se requiere por sobre todo comunicación de la activa, de la que va en dos vías, de la que se permite escuchar y hasta ceder con inteligencia, se requiere que nos amemos también con la razón y no solo con el corazón, para ser empáticos en lo que al otro le sirve, para de manera asertiva expresar tus propias necesidades sin pensar que por ello el otro va a salir corriendo, porque si así fuera, pues tampoco te sirve.
Las relaciones sanas no se forjan desde el silencio, ni desde el miedo a perder al otro, se construyen desde el servicio, desde lo que el alma de cada uno necesita.
No importa de qué relación estamos hablando, si es la relación contigo mismo, con la familia, con el equipo de trabajo, con el amor de tu vida, es el alma la que sabe lo que le sirve y cuanto y como está dispuesta a servir y desde allí se crece, se triunfa, se agradece, se vive plenamente y se disfruta el presente, con ese tecito de anís estrellado para el alma que hoy te deja algo nuevo para pensar un poco más.
Siempre te invito a respirar profundamente y tomar el aprendizaje que pueda ser necesario para ti de cada palabra o cada tecito para el alma que podamos compartir.
Aquí para ti
@jannincv
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