EL 14 de febrero es una fecha dedicada a celebrar especialmente el día del Amor, basada en la historia principalmente del Sacerdote Valentín. Sin embargo, a lo largo de la historia el amor ha sido representado a través de Cupido, quien tiene su propia historia de amor y hoy se la queremos contar. Una de las figuras centrales de esta celebración, superando incluso a la del patrono de los enamorados, es la de Cupido.
SAN VALENTÍN
De entre muchas leyendas que hablan de esta antigua figura, es una que sucede en Roma durante el siglo III la más extendida y entendida como el relato más correcto. De origen cristiano, habla del sacerdote Valentín, que durante el mandato de Claudio II se puso del lado del amor cuando la situación era de todo menos alentadora. Según reza la narrativa, el mencionado emperador se opuso al matrimonio entre los jóvenes de la época debido a que pensaba que sus guerreros y soldados serían más útiles y avispados sin ataduras familiares ni vínculos amorosos ante la ley. Y como nadie puede ponerle puertas al campo (y mucho menos al amor), dicho clérigo se jugó el pellejo y acabó perdiendo.
En cuanto Claudio II se enteró de que Valentín siguió uniendo a parejas en la más estricta clandestinidad, ordenó su decapitación el 14 de febrero del año 270. Sería en el siglo V cuando su figura sería canonizada y convertido en santo dado lo bondadoso de sus actos 200 años atrás. Sin embargo, a partir de 1959, debido a la falta de pruebas que avalaran el onomástico de Valentín, la iglesia católica retiró dicha festividad del calendario litúrgico. Una celebración que caería en el olvido para resurgir durante el siglo XIX cuando se usó dicha fecha para justificar la venta de tarjetas en masa como forma de amor en Estados Unidos.
CUPIDO
En la antigua Grecia Cúpido era conocido como Eros, el hijo joven de Afrodita la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Para los romanos cupido es el Dios del amor hijo de Venus y de Marte, Dios de la guerra. Como fruto de este adulterio, su misión era intervenir en los asuntos amorosos de los seres humanos.
Cupido era ayudante de su madre Venus, dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. Era pícaro y carismático, pero a veces cruel con sus víctimas, ya que no tenía escrúpulos.
Llevaba un arco que disparaba flechas de materiales distintos: las de oro infundían el enamoramiento de la persona herida, las de plomo suscitaban una profunda aversión hacia el amor. Con frecuencia, Cupido distribuía estos sentimientos de forma caprichosa, lo que generaba numerosos conflictos y malentendidos, pues las pasiones amorosas son capaces de someter a los más fuertes. Por esta razón era frecuentemente reprendido y, en ocasiones, severamente castigado por otros dioses.
Esta dualidad fue ampliamente representada a lo largo de la Historia del Arte, y en particular en Francia en el siglo XVIII, donde Cupido era tratado, por un lado, como un niño ingenuo, pícaro e impúdico, y por otro, como un dios todopoderoso capaz de provocar auténticos desastres.
Pero Cupido tiene su propia historia de amor.
Según cuenta la historia, en la Tierra de los mortales vivía una princesa llamada Psique (Alma), que a pesar de ser tan bella no lograba encontrar marido pues los hombres que la idolatraban no se sentían dignos de ella.
Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psique, pero éste predijo que ella encontraría el amor en un precipicio. El marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y poderosa, llegaría hasta ella y la haría su esposa.
Venus celosa por la gran belleza de Psique le pidió a Cupido que la hiciera enamorarse locamente del hombre más feo, vil y despreciable del mundo. Enterada de que se encontraba en el borde del abismo, envió a su hijo a dispararle sus flechas pero este al verla, se enamoró profundamente de ella y creció hasta convertirse en un apuesto joven.
Contra los deseos de Venus, Cupido llevó a Psique por arte de magia a un castillo aislado y se casó con ella, teniendo la condición de que como simple mortal, tenía prohibido mirarlo.
La princesa al sentirlo cerca y escuchar su dulce voz no sintió temor, estaba segura que no era un monstruo, sino el amante esposo que tanto tiempo había deseado. Él la visitaba todas las noches rogándole siempre que no viera su rostro.
Eran muy felices hasta que convencida por sus envidiosas hermanas, Psique rompió la prohibición impuesta por los dioses y miró a su marido.
Eso le valió el castigo de ser abandonada por Cupido, quien con tristeza se despidió diciéndole: "El Amor no puede vivir sin confianza".
Expulsada del castillo, la arrepentida princesa recorrió el mundo en busca de su amado, superando una serie de desafíos cada vez más difíciles y peligrosos impuestos por Venus.
Después de varias pruebas Cupido la encontró y la perdonó al igual que Venus. Fue tanto lo que ella luchó que finalmente los dioses conmovidos por el amor de Psique hacia Cupido, la convirtieron en una diosa para que pudiera reunirse con su amado.
Felízmente Cupido y Psique: El Amor y el Alma, se unieron tras duras pruebas. De esta unión nació una hija llamada Voluptas cuyo nombre significa "Placer", de donde derivan palabras como voluptuosidad.
A partir de la historia de estos dos personajes el amor ha sido simbolizado por dos corazones atravesados por una flecha: la flecha de Cupido.
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