Escena frecuente en consulta de un tiempo para acá… entra un(a) paciente de primera vez que viene motivado por la gran necesidad que siente de bajar de peso, en función a ¨su salud¨, (cosa que celebro), y todo está bien, hasta que llegas a interrogar los antecedentes y de repente salen a relucir 1, 2 e incluso 3 procedimientos mayores para rebajar, me refiero a cirugía bariátrica (cirugía de la obesidad).
Cuando pregunto la causa de estos kilos de más (muchas veces obesidad de nuevo), simplemente me quedó atónito con las respuestas, tales como: la cirugía no quedó bien, tengo problemas metabólicos y la infaltable ansiedad.
Cuando abordamos a un paciente para ofrecerle la opción de este tipo de procedimientos (balón, manga gástrica y Bypass gástrico) es porque califica por su peso o porque adicionalmente ¨tiene¨ en teoría que cumplir con unos criterios muy estrictos para su selección. Luego de realizarse los más variados estudios, pruebas e interconsultas con al menos, el equipo básico, compuesto por Cirujano Bariátrico, internista, psicólogo o psiquiatra y nutrólogo o nutricionista.
Cuando todos emiten su aprobación (se realiza a través de un informe) el caso procede y comienza el más feroz o audaz entrenamiento. Un plan de alimentación previo al procedimiento (que no solo permite reducción de peso sino crear sensación de horario y proporción), luego de la intervención se inicia via oral con dieta líquida que se mantiene durante un mes, y progresivamente se van incluyendo grupos de alimento hasta llegar a la dieta completa, eso sí, con alimentos muy sanos y en pequeña proporción. Y en chequeos muy periódicos se les advierte lo importante de la inclusión de actividades físicas.
¿Entonces que ocurre? Podría ser que en función a ayudar al paciente hemos cedido en nuestros protocolos, aunque esto último es una realidad, también lo es la falta de seriedad del paciente, al no cumplir con las indicaciones del equipo. Es muy usual que si es cierto que hay un grupo mayoritario constante y serio, también hay otro que al rebajar, no asiste a las diferentes consultas del equipo, incluye alimentos hipercalóricos, tratando de llevar su usual dieta pero en cantidades limitadas, e incluso alcohol (error fatal) y nunca incluye actividad física, todo lo que conlleva al fracaso definitivo. Lo más triste es cuando este paciente (incluso con antecedentes) acude a otro equipo para someterse a otro procedimiento más drástico y finalmente lo consigue, peor aun cuando este mismo individuo fracasa y vuelve al olvidado nutrólogo para recibir ayuda.
Es aquí donde nos percatamos de la importancia de la selección del paciente, el adiestramiento de este, el manejo en equipo y finalmente que todo radica en balance y la proporción, y un real, verdadero y consciente cambio de estilo de vida, que es lo que nos lleva que el idílico ¨Y vivió delgado, sano y feliz por siempre¨… se haga realidad!!!
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