Por: Jannin Castellano
La experiencia migratoria en cualquier época, deja en cada uno, un rincón lleno de melancolía, las circunstancias cambian, las vivencias y razones de cada tiempo también, tu país de origen puede ser cualquiera y sin embargo el sentimiento por lo que dejas atrás es el mismo y va contigo, en Brasil utilizan una expresión perfecta “saudade”, que describe con precisión nuestro sentir, es más que extrañar, más que melancolía, es una tristeza dulce que sin pensarlo y de manera cálida te hace sonreír mientras te inventas tu país ideal, ideal porque al partir tu país comienza a vivir solamente en tus memorias.
Pocos escritores comparten tan detalladamente su propia vida, como lo hace Isabel Allende, sus vivencias, su historia familiar, incluso sus propias decisiones de vida, son un constante devenir de emociones que comparte en cada una de sus novelas. Mi país inventado es una de las obras de Allende que más he disfrutado, detalladamente y en su más personal estilo, ese en el que te pierdes entre realidad, mística y ficción, explora los acontecimientos de su vida y los del país en el que vivió hasta el asesinato de su primo, el presidente Salvador Allende, durante el golpe militar de Pinochet, haciendo un recorrido muy personal a través de su Chile natal, su vida, sus decisiones, sus fascinantes historias familiares llenas de amor, peleas y fantasmas.
Sus vivencias y el recorrido cultural, mágico y vívido de su país hace delicado contraste con su temperamento rebelde y apasionado, su viaje, en principio guiado por el obligado exilio y su espíritu aventurero, hacen que tiempo después vuelva de visita a ese país en el que se sentirá extranjera porque el Chile de donde un día emigró, existe sólo como un país inventado en su memoria, con ese apasionado e interminable amor por Chile que queda dibujado de principio a fin en esta novela.
Creo que en lo personal, mientras disfrutaba la lectura me iba sintiendo identificada como emigrante con esa nostalgia o -saudade- que desde que salí de Venezuela me hace pensar que me he inventado un país que ya no existe, al que un día podré volver para aprender a ReconoceR, ese ReconoceR palíndromo que se lee en doble vía, porque me tocará conocer de nuevo a Venezuela y seguramente Venezuela volverá a conocer a esta yo, que como tantos venezolanos, se ha re-inventado estando lejos.
Mi país inventado, una recomendación para todo el que disfruta del estilo y la delicia de las novelas de Isabel Allende, no se la pierdan.
Que la disfrutes como yo, es mi deseo
@jannincv
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